¿Existe el edadismo? Combatir los estereotipos de la vejez
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¿Existe el edadismo? Combatir los estereotipos de la vejez

18-06-2018Itsaso

¿Qué es el edadismo? ¿Cuáles son los estereotipos de la vejez y cómo combatirlos? 

Edadismo’, así es como los expertos de la lengua aconsejan llamar a la discriminación ejercida por la edad.

A pesar de las recomendaciones, se siguen empleado términos como ‘ageísmo’, ‘edaísmo’, ‘ancianismo’, ‘gerontofobia’ o incluso ‘viejismo’, que pueden causar confusión o resultar ambiguos en muchos casos, pero que se utilizan en estudios y en medios de comunicación. Digamos como lo digamos, el edadismo es una realidad que, a pesar de haber sido reconocida como tal hace poco, lleva toda la vida implantada en nuestra sociedad.

Muchos dirán que antes se respetaba mucho más a los mayores, por eso de la experiencia y la sabiduría adquirida con la edad. En efecto, como decía algún poeta, las arrugas son los surcos de la idea que evolucionan año tras año. Sin embargo, en estos tiempos tecnológicos, el que no tiene conocimientos informáticos parece no poder ser sabio. ¿Es la mala interpretación de la tecnología una de las razones por las que el edadismo se ha acentuado en los últimos años? ¿Qué otros factores pueden estar provocando esta discriminación

La importancia de combatir los estereotipos de la vejez

¿Por qué nos cuesta tanto combatir los estereotipos de la vejez? Principalmente, porque ni siquiera nos damos cuenta de las consecuencias negativas que pueden acarrear. Es decir, somos conscientes de que debemos combatir el sexismo, el racismo, la homofobia… ¿pero cuántos nos hemos planteado, en algún momento, la importancia de combatir el edadismo?

Mentalizar a la sociedad de que éste es un problema al que también debemos prestarle atención es una tarea ardua, por lo que debemos sacarlo a la luz para que las personas comiencen a plantearse su actitud con muchas personas mayores. ¿Por qué nos resulta tan difícil darnos cuenta de nuestros prejuicios en torno a los mayores? Porque, muchas veces, confundimos el trato diferencial, a pesar de ser positivo y con buena intención, con la discriminación. El primero, muchas veces, responde a un paternalismo que puede ser ofensivo para muchas personas. Así, nos debemos preguntar, ¿me sentaría bien que me dijeran esto dentro de unos años?

La discriminación hacia las personas mayores

La situación actual se hace evidente: el maltrato hacia las personas mayores no son hechos aislados. Como grupo vulnerable de la sociedad, son víctimas de maltrato por parte de cuidadores, personas extrañas e incluso familiares. Si bien el edadismo no implica maltrato físico, está claro que ambos conceptos están relacionados.

Según los últimos datos, se calcula que 1 de cada 6 ancianos ha sufrido algún tipo de maltrato, ya sea físico o psicológico, a partir de los 70 años. Los testimonios son alarmantes, y debemos analizar los motores de este tipo de situaciones tan recurrentes. Si bien hay todo un océano entre el maltrato a las personas mayores y la discriminación involuntaria, existe un hilo conductor que une ambos conceptos, y debemos conocerlo.

El concepto de vejez es cultural y mutable

Antes de analizar los prejuicios que nos empujan a discriminar, aunque involuntariamente, a las personas mayores, resulta imprescindible darnos cuenta de que el concepto de vejez es algo cultural y mutable con el paso de los años.

Si bien hace décadas una persona con 50 años ya era considerada una persona mayor, la realidad actual es que, hoy en día, una persona con 50 años puede estar en la flor de la vida, sentir la misma vitalidad que sentía con 20 años y tener las ganas de aprender que tenía cuando era joven.

No es raro encontrar a una persona de 60 años manejando un smartphone al igual que un joven de 18. En definitiva, la vejez no existe como concepto inmutable ni se sitúa siempre en la misma franja de edad: si la salud acompaña, la juventud se lleva por dentro (y en muchos casos, también a la inversa).

Prejuicios hacia los ancianos que debemos combatir

Algunos de los ejemplos más claros los encontramos en nuestra vida diaria. Aunque lo hagamos sin querer, damos por hecho que una persona mayor no controla su smartphone ni su ordenador, y le explicamos lo que tiene que hacer como si fuera tonto o, lo que es peor, le quitamos el móvil de las manos para manejarlo por nosotros mismos.

Pero los prejuicios no solo los tenemos en torno a la tecnología, sino que incluso para coger el autobús, el tren o el metro desconfiamos de su conocimiento y de su capacidad para hacerlo. En cuanto a las habilidades que una persona mayor puede tener, reducimos las posibilidades a los estudios básicos, dando por hecho que un anciano no puede ser abogado o artista. Si bien es verdad que los mayores tuvieron menos posibilidades de poder estudiar, no en todos los casos ocurre igual. Es más, los conocimientos o habilidades que puedan tener no se limitan al ámbito del estudio: muchos ancianos son autodidactas y han absorbido conocimientos que solo con la propia voluntad se pueden absorber.

Actitudes discriminatorias en el ámbito sanitario

Analicemos ahora un ámbito de la vida algo más concreto. Son algunos los profesionales sanitarios que denuncian la situación discriminatoria que sufren muchas personas mayores en el ámbito sanitario. En este caso, las consecuencias no solo se sitúan en el ámbito del daño moral, sino que también rondan en torno a la salud física.

Aunque haya conocimientos médicos científicamente comprobados que demuestren que algunos medicamentos o tratamientos no son adecuados a partir de cierta edad, hay otras decisiones más subjetivas que pueden no ser los más adecuadas para muchas personas mayores.

En el ámbito sanitario, a veces, se entiende que una persona con 60 o 70 años es normal que tenga ciertos problemas, y no se pone el empeño suficiente en curar o remediarlos. Esa persona, que probablemente tenga 30 o más años por delante, se merece vivirlos de la mejor manera posible, evitando, en la medida de lo posible, todos y cada uno de los “achaques de la edad”.

En cuanto a casos más concretos, por ejemplo, cuando un anciano acude al hospital o ambulatorio, algunos médicos y enfermeros se dirigen al acompañante al hablar sobre la salud del anciano, dando por hecho que éste lo entenderá mejor. De no haber acompañante, dan por hecho que alguien tendrá que venir a buscarle, sin pensar que ese anciano puede que conduzca todavía, o simplemente tome el transporte público como el resto de los ciudadanos sin quedarse en el intento.

Consecuencias para la salud de las personas mayores

En lo que respecta a la salud, muchas veces limitan la capacidad de decisión de las personas mayores. Por ejemplo, está demostrado que las mujeres de más de 70 años responden muy bien a la quimioterapia por cáncer de mama, mientras que a veces se reduce la dosis o se aconseja no tomarla.

Evidentemente, todo depende de cada caso en particular, pero no debemos tomar una decisión de forma generalizada.

Edadismo y exclusión social como grave consecuencia

A diferencia del edadismo, la exclusión social en ancianos es un tema mucho más estudiado y que, por fortuna, se trata de combatir. Si bien el edadismo es uno de los motores que pueden impulsar la exclusión social, ésta puede venir de muchas otras situaciones, bien conocidas por trabajadores sociales y cuidadores de personas mayores. Pero todo está conectado: cuando hablábamos sobre el analfabetismo tecnológico, nos referíamos a los prejuicios que nos hacen creer que los ancianos no pueden manejar un móvil u ordenador.

Lo cierto es que, a pesar del deber de eliminar estos prejuicios, sí es cierto que una gran parte de las personas mayores encuentran numerosas dificultades a la hora de entenderse con las nuevas tecnologías.

¿Cómo ayudarles sin que piensen que los tomamos por tontos?

Ante todo, siempre debemos preguntar qué es lo que necesitan y en qué podemos ayudarles, sin dar por hecho su grado de desconocimiento.

Otra de las posibles soluciones podría residir en colocar información adicional para todos los públicos que pueda ayudar a entender las nuevas tecnologías a los usuarios, como, por ejemplo, en los ayuntamientos (cuando vamos a imprimir un certificado de empadronamiento) o en las clínicas (cuando debemos registrar una cita desde una pantalla táctil).

Así, estas pautas o instrucciones podrán servir de ayuda a quien las necesite, sin presuponer que solo puede servir a las personas mayores. Hacerlo todo más sencillo no ofende a quienes se manejan con facilidad en el mundo de la tecnología, y ayuda a que los que no se manejan bien puedan aprender sin pedir ayuda de forma constante.

Los cuidadores deben contribuir a que sean más independientes

Independientemente de necesitar o no una persona que cuide de nuestro familiar, los cuidadores son una parte imprescindible en la lucha por acabar con la exclusión social provocada por el edadismo.

Así, al igual que los educadores con los niños, los cuidadores de personas mayores deben ayudarles a sentirse más independientes, haciendo que éstas puedan aprender a realizar las tareas por sí mismas, en la medida de lo posible. Por ello, acompañar a nuestros mayores en el día a día es una de las tareas más importantes a la hora de combatir las consecuencias ocasionadas por el aislamiento y la incomprensión por parte de la sociedad.

Cuidado de ancianos en Bilbao y Getxo (Vizcaya)

En Domukea, empresa dedicada al cuidado de ancianos en Bilbao y Getxo (Vizcaya), nos preocupamos por el bienestar de las personas mayores, haciendo que éstos y sus familiares puedan vivir con tranquilidad y seguridad.

Así, ofrecemos a las personas que lo necesitan un servicio profesional de cuidado de personas mayores por horas o de forma interna, gracias a nuestro personal en plantilla, cualificado y con años de experiencia en la asistencia domiciliaria.

Cuéntenos lo que necesita, y le ayudaremos a encontrar la mejor opción para asegurar el bienestar de sus seres queridos.

Con una llamada te hacemos la vida más fácil. Domukea